Porque me gusta tanto Pulp Fiction...

En estos días colgué en mi perfil de Google +, el temazo de Urge Overkill presente en la BSO de Pulp Fiction. Entonces recordé un pequeño análisis que hice hace mucho tiempo en una comunidad a la que pertenecí y que paso ahora a relatar.

Éste ha sido un fin de semana de Rodriguez. Donde otros hacen fiestas alocadas, yo aprovecho el silencio para disfrutar de una de mis pasiones más olvidades, que es el Cine. Aunque debo reconocer que quizás sea un cinéfilo atípico. En vez de acaparar cada vez más y más películas, al final acabo tirando siempre de aquellas que más me han gustado siempre. Así fue como acabé desempolvado el DVD de mi colección privada y disfrutando de probablemente mi película favorita de los 90.

Haré un pequeño análisis de ella, en la que obviamente habrá spoilers, así que si perteneces a esa diminuta parte de la población que no la he visto... no leas (usa ese tiempo en localizarla y verla). 

La peli está cargada de simbolismo... y no... no voy a hablar del contenido del maletín, aunque es una jodida genialidad de Tarantino mantener el peso de la trama en el maletín durante toda la peli y que su contenido no sea relevada. Pulp Fiction nos habla constantemente del cambio. La necesidad imperiosa del ser humano de cambiar. Todos quieren cambiar de vida... lo quiere hacer Pumpkin al dejar de robar licorerías, lo quiere hacer Butch al querer engañar a Marsellus con la pasta y no aceptando caer en el combate como habían pactado y huir con su amante, y sobre todo lo quiere hacer Jules al querer dejar la vida de matón, tal y como menciona él mismo. Es curioso, como el personaje que no quiere hacer ningún cambio, y encima cuestiona la necesidad de cambiar de Jules, Vincent Vega Travolta, es el único que realmente cambia (al morir) y que curiosamente también está presente en las tres historias de Pulp Fiction. 

El largometraje nos enseña también que a veces en la vida no  hay que darle tantas vueltas a las cosas. Si os fijáis, cada vez que Vincent está en el baño, pensando y cavilando, pasa algo malo. El ejemplo más claro es cuando Mia confunde la heroína con cocaína, mientras él está en el baño debatiendo como irse educadamente, onanismos aparte, ante la creciente tensión sexual con su prohibida partenaire. Vega parece tener siempre todas las situaciones controladas, pero cuando sale de escena, parece que todo cae como un castillo de naipes.

La otra simbología clara que le encuentro a la peli es la de las segundas oportunidades. Igual que nos habla de la necesidad que tenemos a veces de actuar en caliente y no meditar, creo que también es plausible el hincapié que hace Tarantino, en la trama de Butch, en la tesitura de "volver", de una segunda oportunidad a las cosas... Lo hace el boxeador al regresar al apartamento a por su reloj, lo hace en volver a salvar a su archienemigo Marcellus de su sodomía (este apartado merecería un aparte especial, pues es curioso que entre varios posibles objetos, escoja la katana, arma de una cultura tremendamente honorable, para ir a rescatar a su enemigo), y lo hace queriendo volver a su ciudad de origen como plan de escape. Por eso, parece que nos dice, que a veces las cosas necesitan de una segunda oportunidad, para que nos salgan como deseamos.

En definitiva, para mí, el simbolismo en la peli de Tarantino es bastante diáfano, y la forma que tuvo (que ahora  nos parece normal, pero en el 94 fue totalmente revolucionario) de recrear historias entrelazadas y sin seguir un orden lineal, hacen de esta pelicula una de mis favoritas, y por ende, una de esas que nunca, jamás, te cansas de ver.

He oído voces que dicen que es una peli sobrevalorada. No lo sé no soy crítico de cine, pero a veces pienso que Tarantino y Lynch son los únicos directores a los que soy capaz de comprarle todas y cada una de sus pajas mentales.

Ego dixit.